Los avances de los que disfrutamos hoy las mujeres son el resultado del esfuerzo de las que llegaron antes que nosotras. Algunas de las que nos abrieron camino a las nuevas generaciones fueron Ester Monasterio, Fátima Sánchez y Mercedes Alonso, tres socias de nuestro club que rompieron los moldes del pasado y se convirtieron en un ejemplo para todas. Con ellas hemos hablado con motivo del Día de la Mujer.

Ester Monasterio: “El club es un oasis en la ciudad”

Los recuerdos de Ester están asociados al tenis desde bien pequeña, cuando con apenas cuatro años tuvo su primera raqueta. El amor por este deporte, heredado de su madre, continuó muy presente tras mudarse a España en 1979, año en el que ella y su familia se inscribieron como miembros del Real Murcia Club de Tenis. “Llevo 46 años siendo socia y para mí es una segunda casa y un oasis en medio de la ciudad”, indica.

Ester rompía moldes dentro y fuera de nuestras instalaciones. Arquitecta y madre de seis hijos, aprovechaba los pocos ratos libres que le dejaba el trabajo y la vida familiar para jugar al tenis con otras compañeras, con las que impulsó una presencia femenina en las pistas que al principio era escasa, “pero por suerte ahora es mucho mayor, especialmente en el pádel”, destaca. Fueron Ester y el resto las que impulsaron la participación de equipos de mujeres en torneos como el Rogelio Pérez, “donde costó empezar a abrirnos camino, pero acabamos jugando campeonatos regionales y nacionales. Cuando cumplimos 40 años hicimos un equipo de veteranas junior que, tras quedar primeras en la Región, viajamos a Barcelona durante cuatro días a competir contra las ganadoras del resto de comunidades. Fue una etapa preciosa”. Hoy, Ester sigue frecuentando el club como antaño, aunque siente “mucha tristeza al recordar tiempos pasados por la ausencia de varias compañeras y amigas”.

Pese a haber dejado atrás su etapa de tenista por no poder disputar partidos “con la intensidad que a mí me gustaría”, recalca, sigue visitándonos asiduamente para participar en otras actividades, “aunque me sigue doliendo ver a gente jugar al tenis y no poder hacerlo yo”.

Fátima Sánchez Galindo: “Todavía queda mucho camino por recorrer»

La relación de Fátima con el club se remonta a sus once años, cuando su padre, quien le inculcó la pasión por el deporte, inscribió a la familia como socia tras llegar a Murcia desde Hellín. Amante del tenis desde muy pequeña, Fátima comenzó a jugar en nuestras pistas en los años 60, “cuando tenía 12 o 13 años y éramos apenas cuatro chicas”, recuerda.

La larga trayectoria como deportistas que atesora le ha permitido ser consciente de muchos de los cambios que ha vivido el Real Murcia Club de Tenis 1919, “que siempre ha evolucionado conforme lo ha hecho la sociedad española”. Fátima, cuya familia suma ya cuatro generaciones en nuestras instalaciones, es consciente del privilegio que supuso ser socia “en una época en la que no era tan frecuente que las mujeres hiciesen deporte, aunque a mis hermanas y a mí nos encantase”. Esta pasión le llevaba a emplear el poco tiempo libre que le quedaba en la raqueta tras su jornada como profesora de la universidad y madre. “Buscaba cualquier rato que tenía en mi horario para coger el coche, bajarme desde Espinardo al centro y jugar al tenis. El único momento de mi vida en el que he parado ha sido en los embarazos”.

Hoy, algunas décadas después, es cuando Fátima se ha dado realmente cuenta de lo insólito que fue lo que para ella era rutina, tras escucharlo de boca de compañeras más jóvenes, “que son las que nos han hecho ver que fuimos pioneras, aunque todavía queda mucho camino por recorrer”.

Mercedes Alonso:»Había mucho ambiente de tenis»

El traslado de su familia de Valencia hasta Murcia fue el inicio de la relación de Mercedes con el club. “A mi marido y a mí nos gustaba este deporte y nos inscribimos para que mis hijos hiciesen amigos y lo practicasen”. Esta decisión fue el germen de que hoy, 43 años después, Mercedes siga disfrutando de nuestras instalaciones como lo hacía entonces.

Ella fue una de las mujeres que aumentó la presencia femenina en el Rogelio Pérez y que asistía a Barcelona para participar en los campeonatos entre comunidades.  “Al principio no conocía a nadie, pero tras apuntarme a clases fui conociendo a más mujeres, formamos tres equipos y había mucho ambiente de tenis”, rememora.

Esta familia que fue creando con sus compañeras de equipo se ha mantenido hasta hoy, cuando han cambiado la raqueta por otras actividades como el mus. “De vez en cuando nos reunimos y quedamos para comer algunas de las que formábamos aquel grupo”, destaca.

Esta pasión que hoy mantiene por el tenis es un legado que también ha dejado a sus hijos, quienes disfrutan, como sigue haciendo ella, de un club que ha sabido avanzar con la sociedad gracias al impulso de socias como Ester, Fátima y Mercedes.