El tenis moderno hacia finales del siglo XIX se consideraba un deporte de clase alta, la indumentaria debía reflejar el decoro y saber estar de la época. Quizás ni se plantearan la necesidad de utilizar una indumentaria específica para practicar este deporte, salvo por el color. El blanco era el color utilizado por ambos sexos, el cual a pesar de ser el color más sucio es en el que se disimula mejor el antiestético sudor.
Blanche Bingley-Hillyard, Wimbledon.
Las señoras vestían trajes largos de varias capas, ceñidos a la cintura, con grandes y abullonadas mangas largas, lazos y cuellos cerrados, medias negras e incómodos zapatos tipo botín ‘Valmoral’, sombreritos de paja con cinta para protegerse del sol y por supuesto la ropa interior consistía en incómodos corsés apretados para marcar la figura y pololos largos. Los caballeros vestían camisas abrochadas hasta el último botón y pantalones blancos sujetos con cinturones, calzado de cordoneras y corbata.
Los mellizos británicos William y Ernest Renshaw, campeones de Wimbledon 1881
1884 / Maud Watson
Charlotte Cooper, Wimbledon 1877
Tras la primera guerra mundial, la moda a todos los niveles experimenta un giro sorprendente, la mujer quiere sentirse más útil y comienza a utilizar prendas mucho más ligeras y prácticas en su día a día. El deporte se considera necesario para conseguir hábitos saludables y surgen las flapers.
Al llegar a los años 20 pioneros de la moda como Jean Patou y Coco Chanel comienzan a confeccionar ropa pensada para hacer deporte.
Debió ser muy emocionante para los espectadores del campeonato de Wimbledon en 1919 tras cuatro años sin evento con motivo de la gran guerra, cuando sorprendidos vieran llegar a Suzanne Lenglen con un vestido de falda plisada sin mangas, ni corsé y a media pierna, apenas por debajo de la rodilla, que a diferencia de sus contrincantes cubrían todo su cuerpo y jugaban con grandes sombreros.
En 1925, Jean Patou abrió con el nombre de “Coin des Sport” su primera tienda de ropa deportiva, casi toda, inspirada en la tenista Suzanne Lenglen. La francesa formaba parte de la generación “flapper”, mujeres que utilizaron la moda para reivindicar su independencia. El modisto creaba prendas para que la jugadora se sintiera mucho más ligera, cómoda y acorde con la moda de su tiempo y completaba sus looks con cárdigan que lucía al finalizar los partidos.
Suzanne Lenglen
Suzanne Lenglen
Suzanne Lenglen
Los tenistas franceses Suzanne Lenglen y Max Decugis
En 1926 Rene Lacoste, conocido tenista ganador de varios Grand Slams, apodado por la prensa, como el cocodrilo, diseña una prenda de algodón de manga corta que resolvía algunos problemas que la ropa ocasionaba a los jugadores. El cuello plano abotonado en las puntas, se podía subir para protegerse del sol y la parte de atrás un poco más larga evitaba que se saliera del pantalón. Un año más tarde añadió el famoso cocodrilo en el lado izquierdo del pecho. Podemos decir, sin lugar a dudas, que fue el inventor del polo y el primero en poner su marca a una prenda deportiva de forma tan visible.
René Lacoste
El tenista francés Rene Lacoste junto al británico Henry W. Austin al finalizar el partido en Wimblendon el 30 de junio de 1928.
En seguida todos quisieron imitar esta nueva forma de vestir para jugar al tenis.
1930 Smith College Tennis Team
Señoras listas para jugar al tenis. Años XX
Mª Teresa Campos Ruiz
Fuentes:
https://www.lacoste.com/es/lacoste-brand/rene-lacoste.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Ren%C3%A9_Lacoste
http://www.puntodebreak.com/2012/12/02/historia-de-la-moda-del-tenis-femenino
https://es.wikipedia.org/wiki/Suzanne_Lenglen
https://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Patou
http://www.fuebuena.com.ar/?p=36423
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