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Entrevistamos a José Manuel López Pérez, quien recientemente se ha jubilado tras ejercer durante cuatro décadas como responsable de nuestra conserjería
Natural de Santa Bárbara de Casa (Huelva), José Manuel López llegó a la Región “para hacer la mili en Cartagena”, recuerda. Fue en esta comunidad “donde encontré el amor, y por eso me quedé”. Comenzó trabajando en la hostelería, en el Mesón Alba, cuando “el señor que regentaba el restaurante me conoció y me preguntó si esa misma noche quería echar una mano en el RMCT 1919, en una cena de la Base Aérea de Alcantarilla”. Desde entonces, ha desarrollado su trayectoria profesional en nuestro club, en la cafetería —durante dos años— y en las áreas de mantenimiento y conserjería, principalmente.
-Más de cuarenta años en el club. ¿Qué ha sido lo más gratificante?
-Que he conocido prácticamente a todos los socios, a sus familias, hijos… Hemos mantenido una cierta amistad que, para mí, siempre ha sido muy gratificante. Se han portado muy bien conmigo.
-¿Juega al tenis?
-Pues no mucho. He jugado con mi compañero Pepe Aliaga y con otras personas como Juan Jiménez, que ha sido mi amigo toda la vida. Pero lo que hacíamos eran pachangas, que yo no sabía ni coger la raqueta (comenta mientras se ríe). Ahora, ver tenis, sí que he visto mucho.
-Entonces, ¿un torneo que recuerde con especial ilusión?
-Mi campeonato preferido siempre ha sido el Pajarón, porque desde que vine al club y empecé a trabajar en la conserjería lo he hecho yo todo en ese torneo. Hubo una etapa en la que estábamos allí todo el día. Y aunque haya tenido que estar trabajando hasta las 12 de la noche, me lo he pasado muy bien con los socios.
-Habrá visto cómo han ido cambiando las instalaciones con el paso de los años…
-Sí. El RMCT 1919 ha vivido diferentes etapas, pero siempre ha sido de 10. Y no es algo que digan los socios o los empleados como yo, sino que todas las personas que venían de clubes de Barcelona, Valencia y de toda España, se quedaban maravilladas. Ahora todavía más, pero siempre se ha sido así. Además, aquí tratamos muy bien a todos los visitantes.
-¿Una anécdota especial?
-Tengo muchas. Me acuerdo de don Julio García Pérez, un socio que siempre estaba contando chistes. Él daba clases de tenis. Un día, Juan Jiménez y yo llenamos las bolas que él iba a usar con agua, con una jeringuilla. Cuando se puso a pelotear con los zagales, le decían: ¡Que las bolas tiran agua! El hombre se lo tomó con humor y pasamos un rato agradable contando la anécdota.
-¿Se lleva amigos de esta etapa?
-Sí; amigos, compañeros, socios, socias… Me llevo mucho cariño. Han sido muchas horas, años y tiempo, pero me voy satisfecho de la labor que he hecho y de haberme llevado bien con todo el mundo.
-¿Qué echará de menos?
-A todos, a mis compañeros y a los socios, también. De hecho, ya lo hago.
-Irá a visitarlos.
-Sí, esta misma mañana —respondió a esta pregunta el 18 de mayo— he estado con Pepe y con los compañeros que estaban por allí, echando una cerveza y recordando algunos buenos ratos.
-¿Qué hará en su tiempo libre?
-Después de tantos años, se lo voy a dedicar a mi familia. Tengo una nieta que se llama Lucía, preciosa —nos cuenta mientras se emociona—. Quiero estar atento a mis dos hijos y a mi mujer, sobre todo. También realizar algún que otro viaje… En fin, disfrutar de la vida.